Abrirse a lo nuevo .

     Llega un momento en que se hace necesario un cambio, se presenta como ineludible incluso si no apetece. Renunciar es difícil pero también libera. Es libre quien elige. Y puede decidir quedarse con lo presente o, por el contrario, soltar, abandonar el territorio seguro de lo conocido, lo ganado y lo querido, y entregarse a lo que venga, sin garantías. A menudo aquello que nos da más miedo es también lo que luego nos hace más felices.


   La mirada vuelta hacia atrás detiene el movimiento. Si se dirige adelante y alrededor, se camina hacia lo abierto, aceptando el riesgo que es vivir. Solo con esta disposición se puede amar a otras personas y apreciar otras cosas. Lo que se quiere sujetar suele desvanecerse como el humo entre las manos. Así que mira hacia delante y confía. Todo lo vivo experimenta un cambio continuo. Está en nuestras manos comprenderlo, aceptarlo y favorecerlo como una oportunidad de evolucionar y renovarse.

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